domingo, 5 de febrero de 2012

S1: EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

                                                                                    
1. BIOGRAFÍA DE PÍO BAROJA

Aquí tenéis un enlace con la biografía de Pío Baroja:
http://piobaroja.gipuzkoakultura.net/pio_baroja_biografia.php
          
                                                              

2. EL MITO BÍBLICO DEL ÁRBOL DE LA CIENCIA
 
Para entender el trasfondo de El árbol de la ciencia, os dejo el fragmento del Génesis dedicado a la creación y la caída, donde se incliye el mito del árbol de la vida y el árbol de la ciencia. Reflexionad sobre su sentido y su relación con el contexto finisecular, a partir de la información que sobre la literatura modernista se incluye en el libro de texto:
 
La prueba de la libertad. El Paraíso.
El día en que hizo Yahvé Dios la tierra y el cielo, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Luego plantó Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.  Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase.  Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio».
Dijo luego Yahvé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Yahvé Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada.  Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada».
Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.

La caída.
La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?».
Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte». Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal». Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores.
Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvé Dios por entre los árboles del jardín. Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?».  Éste contestó: «Te he oído andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido». Él replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?». Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí». Dijo, pues, Yahvé Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?». Contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí».
Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias
y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje».
A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará».
Al hombre le dijo:  «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás».
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. Yahvé Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió. Y dijo Yahvé Dios: «¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre». Y lo echó Yahvé Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. Tras expulsar al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.


                                                                                                                            


3. IDEOLOGÍA Y PESIMISMO EXISTENCIAL EN EL ÁRBOL DE LA CIENCIA
(Fuente: http://elbuenusodelapalabra.blogspot.com/2011/09/el-arbol-de-la-ciencia.html)

La novela, escrita en 1911, tiene mucho de autobiográfica, pero, además, la obra es toda una radiografía de la sensibilidad y de los conflictos espirituales de la época.
La inspiración de Baroja como novelista nunca fue estética ni literaria, sino filosófica y social: forma y contenido tienden a fundirse. El árbol de la ciencia es un estudio sobre la incapacidad del protagonista para adaptarse a la circunstancia que lo rodea (España de principios de siglo) y su esfuerzo por lograr “entender” ideológicamente el sentido de la vida. Más autobiográfica que las otras, revela la filosofía vital de su autor.
Para Baroja, el mundo carece de sentido: la vida le resulta absurda y desconfía del ser humano. Baroja aborrecía la crueldad humana y en sus novelas toma una actitud de denuncia.
Concluyó su licenciatura en medicina con una tesis sobre las implicaciones psicológicas del dolor. En dicha tesis, llega a la conclusión de que el hombre tiende a la envidia y a la brutalidad insolidaria. Observa que las personas se mueven por interés egoísta (obran bien para ganar el cielo o para que los amen, o son miserables por avaricia y recelos). A la vista de todo ello, Baroja opta por el compromiso intelectual con la realidad (escribe para denunciar y poner en evidencia a los que mandan y a los que obedecen) y opta por trabajar para regenerar la sociedad en la que vive.
Aunque no siguió ningún sistema político o ideológico, apreció la filosofía de Nietzsche y la de Shopenhauer. De este último proviene la idea de que el conocimiento aumenta el dolor: el hombre, debido a su capacidad para razonar, sufre más. “Mientras más claramente entiende, mientras más inteligente es, más sufrimiento experimenta”, dice Baroja.
Según esta idea, el hombre siente un impulso constante hacia el anhelo y mientras tenga este deseo, tendrá dolor. Puede calmar este estado mediante la contemplación (el conocimiento) o la abstención. Pero cuando logra no desear nada, entra en el aburrimiento, la abulia, y entonces entra otra vez en el mundo de la voluntad, del deseo.
Esta oscilación entre el dolor y el aburrimiento se puede observar perfectamente en la vida de Andrés Hurtado, a lo largo de la novela, como iremos viendo. Por ejemplo, Andrés, a medida que presencia el dolor de los pacientes y la crueldad injusta con la que son tratados, se convence cada vez más del pesimismo de Shopenhauer: ser inteligente, darse cuenta de las cosas, aumenta el dolor propio.

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